domingo, 21 de agosto de 2011

¿Y QUÉ TE HE HECHO YO?


"¿Qué te he hecho yo? ¿Por qué eres así? Después de todo lo que hice por ti". (fragmento de la canción Lluvia de Hombres G).

En serio, ¿cuántas veces os habéis hecho esta pregunta? ¿Cuántas veces habéis sentido lástima por vosotros mismo? ¿Cuantas veces esa otra persona ha sentido lástima por vosotros?
Las dos primeras preguntas son fáciles de contestar, la tercera lo es aún más: NUNCA.

Que duro es el amor, como maltrata los corazones de los nobles que aman de verdad. Que despiadada es la vida que nos pone delante el ser más maravilloso y después permite que nos pisotee el corazón como una vulgar colilla de tabaco. Pobres de nosotros, pobres de nosotros.

¡Qué triste!

Cuando uno es adolescente y comienza a sentir esas primeras mariposas en el estómago se siente inmortal, invencible, todo es hermoso, todo es genial, ¿hay algo más hermoso que la vida? Pero cuando te dan la patada en el culo, lamentablemente, llegan las nubes negras: llantos eternos, ganas de morir, uno no sirve para nada, depresión SuperPop, inmersión en canciones ñoñas, en películas románticas de final feliz y si queremos sufrir, un poco más, de final fatal. Las conversaciones con los amigos se hacen eternas y, patéticamente, repetitivas; las primeras borracheras de corazón roto hacen mucho daño, mucho daño al estómago, a la cabeza al día siguiente y a los pobres amigos que te han de soportar la charla, aguantarte la cabeza en tus continuos espasmos de vomitonas, tus trastornos bipolares ( la odio, la quiero)... un no parar.

Los días siguientes son como una terrible pesadilla, no puedes despertar, andas por la calle como si fueras un zombie pero sin comerte a la gente, incluso en un alarde de originalidad te ha dado por no lavarte y hueles, también, a zombie. ¡Das asco!, pero esa es la manera de transmitir en imagen como te siente. En imagen y en olor, claro.
Además has cambiado tus alegres colores a la hora de vestir por una amplia gama de colores oscuros (negro). Te sientes hundir, el mundo no te quiere, nadie te comprende. Pierdes el apetito, que depende de como sea tu constitución te puede hasta ir bien. Irracionalmente te sientes atraído por la poesía y escribes poemas sobre tu estado anímico, incluso te armas de valor y te lanzas a escribirle uno a esa persona... ¡hasta una canción!

Que dura es la vida cuando uno es adolescente.

Y el momento fulminante llega cuando ves de nuevo a esa persona y te percatas, oh Dios mío, que está perfecta. No sólo eso, está hasta contenta. Y no es sólo eso... está hasta viva. ¿Dónde irían las plegarias? Es aquí cuando hundido en la miseria decides hacer como el zombie al que estabas emulando, como el ave Fénix... resurges de tus cenizas y rompes con todo el mal que sentías. A partir de hoy serás de nuevo esa persona que antes eras. Que alegría le das a tus amigos, hartos ya de ti.

La vida se vuelve otra vez un lugar maravilloso, todo azul como un inmenso océano, todo huele a rosas, todo es bello y tú te has vuelto un cabrón tiburón buscando una pobre presa sobre la que descargar tus más bajos instintos ya que la que te pateó el trasero tiene un arpón increíblemente grande y no podrás acercarte a ella.

Lo mejor de todo es que, como marca la regla, todo tiburón acaba en el anzuelo y a ti... te volverán a patear el culo.

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