miércoles, 31 de agosto de 2011

MOMENTOS BREVES.



Y si fuera mi vida una escalera me la he pasado entera buscando el siguiente escalón, convencido que estás en el tejado esperando a ver si llego yo.


La vereda de la puerta de atrás. (Extremoduro)

domingo, 28 de agosto de 2011

PELICULA: LA BUENA NUEVA


Hace unos días que estoy escuchando, bueno mejor decir que leyendo, comentarios sobre una película española del actor Unax Ugalde. El título de la misma es La Buena Nueva.

Esta película nos habla de un sacerdote que es mandado a llevar una iglesia en un pueblo del norte de España en pleno año 1936. Este pueblo es, casi en su totalidad, de mentalidad republicana aunque, como en todos sitios, existen vecinos que discrepan ante tal "liberalismo". El párroco se ve en medio del dilema a seguir en su fe por el evangelio y las órdenes de la iglesia en favor del bando nacional.

Bien, empecemos...

No soy crítico ni mucho menos, así que lo que haré es dar mi simple opinión.
La película está bien rodada y las interpretaciones son bastante aceptables aunque me tengo que retractar sobre la del protagonista. La interpretación de Unax, bastante aceptable, encuentro que baja de nivel en sus arrebatos de ira en donde su carita de niño bueno imberbe no dan el pego. Aún así lo dejaremos seguir trabajando.
En donde me tengo que centrar un poco es en la idea que existe sobre la Guerra Civil. Mis palabras no son mis ideales ni mucho menos pero tengo que recalcar varios aspectos.

Me encantó encontrarme esa referencia a los Carlistas vascos y como nos muestran sus ideales: Dios, patria y Rey (aunque por otra vertiente que la existente). Es como que el que no tiene un poco de conocimiento de la historia de España no sabe que existieron los carlistas ni por que luchaban.
La aparición de la Falange con su don aire fascista, copia a la española de todo lo que se hacía en la italia de Mussolinni y después en la Alemania de Hitler. Hay un momento muy bueno en el que hacen referencia a las discrepancias entre ambos ideales y como el ejército nacional los unió para poder seguir contando con el apoyo de ambos en todo el conflicto.

La participación de la iglesia en el conflicto se muestra muy claro, pero no es nada oscuro como he podido leer por algún lugar. Si pensamos de una manera lógica, no crítica, entenderemos porque no podían aceptar los ideales republicanos y el motivo por el cual se posicionaban en el otro bando.

Lo que volví a echar en falta, como en la gran mayoría de películas sobre la Guerra Civil, es la visión de los defensores al bando nacional sobre los actos republicanos. No se puede justificar nada, ni uno ni otro, pero si entendemos esta guerra como lo que fue, una guerra civil, el mismo pueblo luchó por sus propios ideales y ambos actuaron igual. A cualquiera que diga lo contrario le diría que viniera a mi pueblo e investigara los actos que aquí ocurrieron con las milicias republicanas que se posicionaban en cierta carretera y cuando pasaba cualquiera que consideraran que era del otro bando era fusilado, torturado, violado...
Fue una guerra de locos en la cual se vieron inmersos muchos ideales distintos. Todo iba a ser un golpe de estado rápido y se perpetuo durante tres años. Tres dolorosos años.

Para mi entender, películas como la que hemos mencionado, tienen que dejarse de tonterías y reflejar todo tal y como fue. Los fusilamientos de los nacionales y de los republicanos, los asesinatos de los nacionales y las quemas de iglesias y muertes y violaciones de monjas por los anarquistas, los asesinatos de vecinos por traición de unos y otros...
Tal y como fue, no tal y como lo entendemos. Porque aquí no hubo un ganador o un perdedor... sólo se perdió y necesitamos que nos muestren una realidad cruel y dura para que de una vez por todas entendamos la historia de nuestro país.

La película puede pasar a ser de sobremesa en cualquier televisión... o que la quemen después de su visionado. Se queda sin el Óscar, jejeje.

ADICCIÓN





Todos habías pensado que en un futuro la población estaría idiotizada en sus habitaciones viviendo una vida falsa, sin relacionarse, sin convivir con nadie gracias a la realidad virtual.

La verdad es que no hemos llegado a tanta ciencia ficción, aunque en lo de idiotizados.... El otro día estaba en mi trabajo y allí tenemos una serie de paros en los que podemos ir a fumar, a tomar café o hacer pipí. En uno de estos paros vi algo que me encogió el cerebro e hizo estallar mis neuronas. Un porcentaje muy alto de mis compañeros se habían vuelto zombis, andaban como poseídos, sin mirar al frente, guiados como murciélagos por un radar invisible. Todos estaban comunicándose, todos estaban entablando relaciones, todos estaban con sus móviles.

Es de espanto ver lo que estamos consiguiendo. Puedo afirmar que he visto personas tener su móvil en la mano a las seis de la mañana y estar chateando con amigos. ¡Chateando con amigos! No es que uno no pueda mandar mensajes a las seis de la mañana, la cuestión es que hay otro a las seis de la mañana que los está recibiendo, leyendo y contestando. A esa hora yo quiero estar durmiendo. ¡Enfermos!

Y no digo esta palabra de una manera despectiva (enfermos), es que ya se están empezando a tratar a los primeros pacientes adictos al móvil.
Lo que ellos llaman una comunicación les acaba llevando a la incomunicación. Es la primera adicción apoyada por la sociedad ya que es esta misma la que te lleva a conseguir tu móvil, a desear tener uno para ser como los demás. Si no tienes móvil no eres nadie, si no tienes un smartphone mejor el suicidio.
Y lo peor es que la edad de adicción está llegando a extremos preocupantes ya que hablamos de niños a partir de doce años. ¡Joder, que le compren sus padres una pelota!

Supongo que los adultos, como son adultos, ellos controlan. ¡Ja!
Facebook, Twitter, Tuenty, MySpace.... todos tienen su aplicación para el móvil. Pero la principal, la que está siendo la máxima sensación es Whatsapp... sistema de mensajería gratuito. Una aplicación muy buena, de verdad, no sólo para poder estar directamente en contacto con amigos, familia y demás, además nos encontramos con la posibilidad de compartir fotos y audio instantáneamente. Una gran aplicación para un uso correcto, un problema cuando se nos va de las manos.

Últimamente no se hasta que punto la tecnología puede ser beneficiosa. Compramos y usamos porque el resto lo hace. Gastamos unas sumas de dinero importantes porque nuestro aparato es mucho más molón que el del vecino. Ayer mismo estaba en Apple Store y vi como un gran número de adolescentes acompañados por sus padres marchaban de la tienda con ordenadores de esta marca. Yo soy usuario de Mac y estoy encantado, pero no se si estos chicos se han cuestionado lo que se compraban o sólo lo hacían por que este aparato tiene la manzanita en la tapa. Ya se lo verán cuando estén estudiando y usando sistema operativo Windows en el colegio y vean que este no acepta formatos de Mac. Allá ellos, como estamos en crisis no hay problema.

Pero no nos vayamos de padre con otro tema. ¿Qué podemos hacer para paliar esto? ¡Nada! No podemos hacer nada. La cuestión es que el adicto se de cuenta de lo que hace, se de cuenta de como se siente cuando no tiene el móvil encima, cuando se lo deja en otro lugar. Si siente como taquicardia, sudores, nerviosismo... está jodido, es adicto.

Así que ya me veo el tema, un grupo de personas sentadas en círculo... uno se levanta, se presenta y dice: -Me llamo Juan de los Palotes.- todos los demás le contestan: -¡Hola, Juan!
-Soy adicto a los móviles.
Y comienza la terapia.
Cuidadito con estos aparatos que los carga el diablo, acordáos de los Gremlins, tan monos, tan dulces, pero si les caía una gotita de agua comenzaba el problema. Hablen gente, hablen entre vosotros y como último recurso escríbanse una carta con paloma mensajera.

domingo, 21 de agosto de 2011

¿Y QUÉ TE HE HECHO YO?


"¿Qué te he hecho yo? ¿Por qué eres así? Después de todo lo que hice por ti". (fragmento de la canción Lluvia de Hombres G).

En serio, ¿cuántas veces os habéis hecho esta pregunta? ¿Cuántas veces habéis sentido lástima por vosotros mismo? ¿Cuantas veces esa otra persona ha sentido lástima por vosotros?
Las dos primeras preguntas son fáciles de contestar, la tercera lo es aún más: NUNCA.

Que duro es el amor, como maltrata los corazones de los nobles que aman de verdad. Que despiadada es la vida que nos pone delante el ser más maravilloso y después permite que nos pisotee el corazón como una vulgar colilla de tabaco. Pobres de nosotros, pobres de nosotros.

¡Qué triste!

Cuando uno es adolescente y comienza a sentir esas primeras mariposas en el estómago se siente inmortal, invencible, todo es hermoso, todo es genial, ¿hay algo más hermoso que la vida? Pero cuando te dan la patada en el culo, lamentablemente, llegan las nubes negras: llantos eternos, ganas de morir, uno no sirve para nada, depresión SuperPop, inmersión en canciones ñoñas, en películas románticas de final feliz y si queremos sufrir, un poco más, de final fatal. Las conversaciones con los amigos se hacen eternas y, patéticamente, repetitivas; las primeras borracheras de corazón roto hacen mucho daño, mucho daño al estómago, a la cabeza al día siguiente y a los pobres amigos que te han de soportar la charla, aguantarte la cabeza en tus continuos espasmos de vomitonas, tus trastornos bipolares ( la odio, la quiero)... un no parar.

Los días siguientes son como una terrible pesadilla, no puedes despertar, andas por la calle como si fueras un zombie pero sin comerte a la gente, incluso en un alarde de originalidad te ha dado por no lavarte y hueles, también, a zombie. ¡Das asco!, pero esa es la manera de transmitir en imagen como te siente. En imagen y en olor, claro.
Además has cambiado tus alegres colores a la hora de vestir por una amplia gama de colores oscuros (negro). Te sientes hundir, el mundo no te quiere, nadie te comprende. Pierdes el apetito, que depende de como sea tu constitución te puede hasta ir bien. Irracionalmente te sientes atraído por la poesía y escribes poemas sobre tu estado anímico, incluso te armas de valor y te lanzas a escribirle uno a esa persona... ¡hasta una canción!

Que dura es la vida cuando uno es adolescente.

Y el momento fulminante llega cuando ves de nuevo a esa persona y te percatas, oh Dios mío, que está perfecta. No sólo eso, está hasta contenta. Y no es sólo eso... está hasta viva. ¿Dónde irían las plegarias? Es aquí cuando hundido en la miseria decides hacer como el zombie al que estabas emulando, como el ave Fénix... resurges de tus cenizas y rompes con todo el mal que sentías. A partir de hoy serás de nuevo esa persona que antes eras. Que alegría le das a tus amigos, hartos ya de ti.

La vida se vuelve otra vez un lugar maravilloso, todo azul como un inmenso océano, todo huele a rosas, todo es bello y tú te has vuelto un cabrón tiburón buscando una pobre presa sobre la que descargar tus más bajos instintos ya que la que te pateó el trasero tiene un arpón increíblemente grande y no podrás acercarte a ella.

Lo mejor de todo es que, como marca la regla, todo tiburón acaba en el anzuelo y a ti... te volverán a patear el culo.

Y AHORA TOCA ¡¡DEPRESIÓN!!


Ha sido un año muy duro. Trabajo, más trabajo y, viendo como está todo debido a la crisis, más trabajo.
Tardan en llegar, el tiempo se hace eterno, parece que nunca recibirás tan ansiada recompensa... pero, por fin, llegan las deseadas VACACIONES.

El poder están en nuestras manos, nos sentimos invencibles, ¡¡somos la leche!! Dejaremos de lado los madrugones, la faena repetitiva, los compañeros, los jefes, los todo... sólo nosotros y todo el tiempo del mundo para hacer lo que nos apetezca.
Playa, montaña, piscina, sol, tumbonas, alcohol, hombres, mujeres, bikinis, bañador marca paquete, gafas de sol, tapas, más alcohol, helados, deporte, poca ropa, fiestas, desenfreno, relax, desconexión, placer, de nuevo alcohol, lugares nuevos, hotel, camping, crucero, senderismo, buceo, ligues pasajeros, ligues eternos, ligues no me acuerdo, resacas, no hacer nada, engordar, moreno, bronceado, achicharrarse, cañitas, refrescos, cocteles, chipirones, chocos, chiringuitos, ¿dije alcohol?...

Pero hay un día, un cierto día, un día fatídico que nadie quiere que llegue. Es el día que marca el final de las vacaciones, el día que nos dice que mañana volveremoss al tajo, al curro, a lo de siempre. Que tendremos que esperar un año más, 365 días, para volver a sentirnos la hostia.
Es como que no te das cuenta de lo que te llegará en pocas horas, te haces el loco, tratas de mirar hacia otro lado... pero está ahí, ha llegado y no piensa pasarte por alto. Sí todo el mundo ha de padecerlo, tú no serás menos.

El "regreso" es, en cierta manera, como una pequeña alegría. Vuelves con tus compañeros, hay unos rasgos de afecto (abrazos, apretones de manos, los tan conocidos dos besos), se comentan las jugadas de cada uno, se pavonea sobre las vacaciones de uno, de otro, que si yo he hecho tal, que si yo he hecho lo otro. Esto acostumbra a durar, casi, toda la primera semana. Es como una semana de adaptación pero sin olvidar aquello que nos ha hecho tan felices.
Lo curioso viene cuando, en esa semana, uno se da cuenta que sólo hace unos días que estaba rascándose la barriga y ahora está delante del monitor del ordenador, en la linea de montaje de la fábrica, subido en el andamio de la obra, con el traje del taller... que la vuelta no tiene remedio y, además, parece que nunca nos hubiéramos marchado de vacaciones. Poco a poco las vivencias, lo sentido se va diluyendo en un estado de recuerdo lejano y la sensación de las primeras horas de trabajo desaparecen para devolverte la rutina del día a día.
La frase popular: "Esto es como montar en bicicleta, nunca se olvida", se puede aplicar perfectamente a la faena que desarrollamos en nuestro trabajo. Por mucho que pase el tiempo, por mucho que hayamos desconectado nunca se nos olvida el trabajo.

Lágrimas, berrinches, fatigas, ansiedad, depresión postvacacional, urticaria, pesadillas, cansancio, descontrol del sueño... lo que se nos ocurra. Síntomas que padecen muchos al ver que sus dos, tres o cuatro semanas de vacaciones no son el mundo real. Que han sido un pequeño descanso de la realidad rutinaria y que la vida que nos toca vivir, aún siendo una mierda, es lo que hay.

Habrá que volver a pelear día a día, trabajar, trabajar mucho, sudar, madrugar, ponerse de los nervios, volver a las cuentas, a final de mes, a la dieta, a la siesta rápida, a las mismas caras... pero siempre nos queda la fantástica solución del primer día de trabajo: contar los días que quedan para las vacaciones de Navidad.