No es mi intención faltar a tantos ilustres escritores de poesía que la historia nos ha dado y nos dará, ni tampoco a todos aquellos que se sienten poetas y son capaces, desde el anonimato, de realizar excelsas obras de arte; pero hoy me siento un Poeta Callejero.
Este pequeño título que me he ofrecido se lo debo a un pequeño ser que tuve el honor de descubrir en una red social. Fue la primera vez que me cuestioné si era necesario inmolarme en aquel preciso momento.
Hay persona que se creen con el derecho de realizar cosas que están fuera de su alcance, que por mucho que se empeñen deberían dejar para otros. Esto le ocurre a mi amigo el Poeta Callejero. Pequeño iniciado en el ámbito de la poesía romántica pretende ofrecernos versos cargados de pasión desenfrenada, metáforas capaces de dar un vuelco al corazón más duro y rimas que ni con el metrónomo más estropeado serían capaces de conseguir un mínimo de compás y elegancia.
No digo que nuestro supuesto poeta no consiga la atención de su apasionado público, porque sí que lo hace. Tiene todo un elenco de mozas de buen ver que siguen, como adolescentes lo hacen con sus efímeras estrellas de cine en pleno auge del acné juvenil, su escalofriante obra.
Cuando uno se detiene a leer sus composiciones se da cuenta que su pretensión, más allá de expresar unos sentimientos enraizados en las más que nobles artes de las letras, es la de conseguir el deshacer los sentimientos más vulnerables de dichas mujeres. Palabras ñoñas tildadas de burdos epítetos que no tienen conexión alguna, sazonados de repetitivas fórmulas de poesía adolescente utilizada para la decoración de carpetas escolares y agendas de igual utilización.
Que decir de sus estructuras e intentos de rima. No existe la utilización de la rima libre, por lo que no nos encontramos ante ninguna moderna poesía que transgrede las arcaicas normas de escritura de nuestro bien logrado Siglo de Oro. No encontramos ninguna referencia a maestros de la pluma que consiguieron enamorar corazones y levantar pasiones con ideales más que marcados. Es una vomitona de intentos inconexos de versos seguidos en donde los signos de puntuación no existen y hacen imposible la comprensión de dichos escritos. Eso sí, sus efervescentes seguidoras han de escribir igual que él porque sí consigue hacer que sus corazones palpiten a un ritmo descontrolado, recibiendo dicho artista los más elogiosos halagos y continuaciones de sus versos que logran que, por ejemplo, un servidor pase un más que agradable rato de lectura absurda.
Cualquiera que pueda leer este post puede pensar que siento cierta envidia de nuestro Poeta, pero no es así. No sería mi intención la de llegar a tan alto nivel de escritura, ni a tan hondo llegar de mi propio ser. Prefiero quedarme en lo sencillamente llamado escritor de pensamientos propios que no pretende convencer a nadie ni, mucho menos, enamorar o engañar.
Así que yo seguiré en mi sitio, que es este, y seguiré leyendo a mi Poeta Callejero mientras veo como sigue su fervorosa carrera en el mundo de las letras. Eso sí, seguiré animando a todos aquellos que son capaces de transmitir un mensaje, un sentimiento, un pensamiento o lo que sea y lo hagan con la elegancia y el estilo que define a un artista, por muy desconocido que sea.