domingo, 29 de agosto de 2010

DESTROZA POESIA









No es mi intención faltar a tantos ilustres escritores de poesía que la historia nos ha dado y nos dará, ni tampoco a todos aquellos que se sienten poetas y son capaces, desde el anonimato, de realizar excelsas obras de arte; pero hoy me siento un Poeta Callejero.

Este pequeño título que me he ofrecido se lo debo a un pequeño ser que tuve el honor de descubrir en una red social. Fue la primera vez que me cuestioné si era necesario inmolarme en aquel preciso momento.
Hay persona que se creen con el derecho de realizar cosas que están fuera de su alcance, que por mucho que se empeñen deberían dejar para otros. Esto le ocurre a mi amigo el Poeta Callejero. Pequeño iniciado en el ámbito de la poesía romántica pretende ofrecernos versos cargados de pasión desenfrenada, metáforas capaces de dar un vuelco al corazón más duro y rimas que ni con el metrónomo más estropeado serían capaces de conseguir un mínimo de compás y elegancia.
No digo que nuestro supuesto poeta no consiga la atención de su apasionado público, porque sí que lo hace. Tiene todo un elenco de mozas de buen ver que siguen, como adolescentes lo hacen con sus efímeras estrellas de cine en pleno auge del acné juvenil, su escalofriante obra.

Cuando uno se detiene a leer sus composiciones se da cuenta que su pretensión, más allá de expresar unos sentimientos enraizados en las más que nobles artes de las letras, es la de conseguir el deshacer los sentimientos más vulnerables de dichas mujeres. Palabras ñoñas tildadas de burdos epítetos que no tienen conexión alguna, sazonados de repetitivas fórmulas de poesía adolescente utilizada para la decoración de carpetas escolares y agendas de igual utilización.

Que decir de sus estructuras e intentos de rima. No existe la utilización de la rima libre, por lo que no nos encontramos ante ninguna moderna poesía que transgrede las arcaicas normas de escritura de nuestro bien logrado Siglo de Oro. No encontramos ninguna referencia a maestros de la pluma que consiguieron enamorar corazones y levantar pasiones con ideales más que marcados. Es una vomitona de intentos inconexos de versos seguidos en donde los signos de puntuación no existen y hacen imposible la comprensión de dichos escritos. Eso sí, sus efervescentes seguidoras han de escribir igual que él porque sí consigue hacer que sus corazones palpiten a un ritmo descontrolado, recibiendo dicho artista los más elogiosos halagos y continuaciones de sus versos que logran que, por ejemplo, un servidor pase un más que agradable rato de lectura absurda.

Cualquiera que pueda leer este post puede pensar que siento cierta envidia de nuestro Poeta, pero no es así. No sería mi intención la de llegar a tan alto nivel de escritura, ni a tan hondo llegar de mi propio ser. Prefiero quedarme en lo sencillamente llamado escritor de pensamientos propios que no pretende convencer a nadie ni, mucho menos, enamorar o engañar.

Así que yo seguiré en mi sitio, que es este, y seguiré leyendo a mi Poeta Callejero mientras veo como sigue su fervorosa carrera en el mundo de las letras. Eso sí, seguiré animando a todos aquellos que son capaces de transmitir un mensaje, un sentimiento, un pensamiento o lo que sea y lo hagan con la elegancia y el estilo que define a un artista, por muy desconocido que sea.

martes, 17 de agosto de 2010

EL QUE ESPERA DESESPERA


Desde mi humilde opinión creo que el ser humano no está capacitado para esperar. Pero nada.
Seguramente muchos serán los que piensen que el que no podrá esperar soy yo, pero no, somos todos.

La paciencia es algo que todos podemos aprender a controlar, unos más, unos menos; pero la impaciencia nace con nosotros y es activada, estoy seguro, en el momento en que nos cortan el cordón umbilical.

Cuando somos bebés no gozamos, que digamos, de una extraordinaria paciencia pero somos capaces de arrebatársela a nuestros padres de una forma magistral. Que tenemos hambre, pues ha de ser YA. Que nos hemos hecho caca, pues que nos cambien ahora mismo. Y encima lo hacemos de una manera autoritaria. No somos capaces de decirlo por palabras: ¡Qué me cambies! Pero podemos soltar unos berridos que se da por sentado lo que queremos expresar.

Con los años, poquitos la verdad, nos hacemos unos pequeños bichos irritantes. Lo queremos todo y en el momento en que lo pedimos. No mañana, luego o un pobre trueque que nuestros padres quieren hacernos. ¡Queremos eso y ya!
Aquí hemos de sumarle que ya empezamos a controlar la palabra, así que añadimos una cosita más a nuestra impaciencia: llanto + palabra. Un horror que, en ocasiones, acaba con un tortazo en el pandero o, ahora ya no se utilizan estos métodos, una insoportable charla psicológica que no servirá de nada pero deja contentos a nuestros mayores.

La adolescencia es el punto álgido de la impaciencia. Que buena es esa frase que dice que la juventud está en la "edad del pavo". Todo es negro. No hay contemplaciones para otros colores, ni gris, ni blanco, ni morado... negro. Además sumamos dos cositas más a nuestra lista de factores de impaciencia: llanto (tal vez ya no tanto) + palabra + insolencia + rebeldía. Seguro que muchas veces nuestros padres han pensado: "¿Por qué no estaría haciendo otra cosa aquel día?". Pero lo dicen desde el cariño.
Nos queremos comer el mundo y nos lo vamos a comer ya. Aquí sí que no existe momento para después. Nos vamos de fiesta y nos cogemos una cogorza de mil demonios. ¿Lo hacemos durante la fiesta? No, lo hacemos nada más llegar a la fiesta. En cuestión de una hora llevamos encima una torrija que no nos lo creemos. Pero tampoco era culpa nuestra, teníamos que ir a la fiesta, coger la cogorza, pasar la fiesta, pasar la cogorza y volver a casa a una hora prudente. Como que todo no podía ser, había que recortar tiempo.
Y los enamoramientos de adolescencia, estos si que eran dramáticos. Te enamorabas del chico o chica de turno y no podía haber nada más. Era el o ella y punto. Te decían "no te preocupes, que aparecerá el adecuado/adecuada, ya lo verás". Pero no, ¿cómo podían, tan siquiera, insinuar que teníamos que esperar a alguien en el futuro? ¿Estamos locos o qué?
Y si le sumamos que hoy en día casi que nos comunicamos más mediante internet que con la palabra, ahí estamos frente al ordenador y se ha conectado quien nosotros esperábamos ver. ¿Le decimos algo? No. Ha de hacerlo esa otra persona, pero que no se piense que vamos a estar esperando el tiempo que ella crea necesario, ha de hacerlo ya. Sino lo hace entonces llega el drama. "¿Por qué no me habla? Seguro que está hablando con otra persona, ¿y ahora qué le pasa?"... y puede ser que dicho susodicho esté realizando maniobras de guerra en cualquier perdido desierto del mundo, pero a nosotros no nos ha dicho nada en cuanto se ha conectado.

Según vamos creciendo vamos perdiendo la paciencia, con más cosas, a la vez que vamos ganando años. Que si tengo que sacarme novio/novia ya, que si tengo que empezar a trabajar este mismo año para poder comprarme ya el coche que quiero, que si cariño tenemos que casarnos ya, no vamos a dejarlo más tiempo, que ya toca tener niños, que si el piso, que si date prisa que no llegamos, te doy un minuto, que si el ascenso, que si la tele de plasma nueva... Y así una cosa tras otra.

Pero llega un momento en que nuestra paciencia logra ganar a la impaciencia y eso es con la nombrada tercera edad. Es como que nuestra vida ya está tan serena que todo el tiempo del mundo es para nosotros. No tenemos prisa. Tenemos que salir a comprar, tenemos todo el tiempo del mundo; vamos a tomar algo, tenemos todo el tiempo del mundo; vamos a hacer el amor. ¿Ahora? ¡Si tenemos todo el tiempo del mundo!
Y en donde más se nota nuestra paciencia es en el momento en que todo ser humano llega a su fin, la muerte.

Porque, ¿quien tiene algún tipo de impaciencia por que esta llegue?
Yo al menos no tengo ninguna, ¿y vosotros?
Seamos pacientes que tenemos mucho por delante.

sábado, 14 de agosto de 2010

PÁGINA EN BLANCO

Es tremendamente curioso como la mente nos juega malas pasadas. Estamos todo el día dándole vueltas al "coco", miles de ideas, miles de pensamientos, muchísimos sueños que realizamos con los ojos abiertos, extremos pensamientos de venganza hacia alguien, planes para días posteriores.... pero cuando uno quiere expresarlos, al cabo de unas horas, se le queda la mente en blanco.

La cuestión no es que no tengamos nada que decir, todo lo contrario, tenemos tanto que decir que no sabemos como hacerlo y no hay manera de desenvolverse.

Hay montones de ejemplos en los que nos podemos basar, como por ejemplo:
Has estado todo el día pensando en alguien, tienes tantas cosas que decirle que se te hace hasta engorroso pensarlas. Planeas todas tus palabras, cada momento de silencio que utilizarás para volver a coger aire, para esperar una respuesta. Incluso te has permitido el lujo de recrear la expresión de su cara al escucharte. Pues cuando tienes la oportunidad de poder decir todo lo que has estado macerando en tu mente durante horas, no te sale nada. Y, vuelvo a repetir, no es que no tengas que decir, es que tu mente se paraliza, tus palabras van desapareciendo y poco a poco vas olvidando todo tu excelso plan. Ya puedes encontrarte a esa persona por la calle, haber quedado con ella en algún lugar o encontrártela conectada a internet. No hay manera de soltar palabra.

Otras personas tienen la sana costumbre de anotar sus pensamientos o sentimientos en un papel. Lo que, también, llamamos un diario. Es tu confesor privado, allí escribes todo y de todo. No hay secreto que no puedas dejar plasmado. Pues también. Coges un bolígrafo, abres tu diario, estás dispuesto a dejar tus entrañas en cada palabra que vas a escribir... y nada. No te salen. ¿Pero qué demonios ocurre? Puede llegar a ser angustiante, de verdad.

Peor es cuando estas palabras te tienen que servir de recurso laboral. Vamos, que tienes que enfrentarte a una exposición sobre algo en lo que has estado trabajando. Te ha llevado centenares de horas y, ahora, se verá tu trabajo recompensado. Dispuesto te enfrentas, cara a cara, con un tribunal, con un grupo de ejecutivos, con quien sea que te tiene que evaluar y dar el visto bueno a tu trabajo o, en caso contrario, lapidar todo tu esfuerzo. Te preparas, coges impulso y... todo queda en un absoluto silencio que no eres capaz de romper. ¿Llorar? Puedes hacerlo pero seguirás sin poder exponer tu trabajo. ¿Salir corriendo? No es mala idea, pero no creo que demostrar tus dotes como corredor de fondo vaya a sanar la mala jugada que te ha causado tu mente.

Vamos, que pueden ser nervios, tensión, un ataque de ansiedad... todo se nubla, no hay nada en tu cabeza. Yo creo, más bien, que tu mente va por su cuenta y, un día cualquiera que acostumbra a ser uno demasiado importante, decide gastarte una broma pesada. Ella va a su "rollo" y opta por "descojonarse" un rato mientras a ti parece que se te acaba el mundo.
Y hay que estar atento, porque, tarde o temprano volverá a actuar.

martes, 10 de agosto de 2010

TIENE TODAS LAS ENFERMEDADES DE LAS LEYENDAS URBANAS


Es, siempre, muy curioso enfrentarte a un nuevo rumor que, a pesar de la falta de veracidad, siempre se asegura es cierto. "Me lo ha contado un amigo que dice que le sucedió a un amigo de su amigo...". Pero cuando tratamos de localizar a ese principal amigo, nunca aparece.

A este tipo de historia se las conoce como Leyendas Urbanas y las hay de todos los tipos, colores, gustos y sabores que se quieran. Desde leyendas que nos hablan de especies de insectos de otros países que llegan en plantas, brutales iniciaciones de bandas llegadas de países extranjeros, partes del cuerpo humano encontradas dentro de envases de refrescos, extrañas nieblas que nos conducen a lugares alejados, hablamos de distancias, incluso, de miles de kilómetros, o fantasmas que se aparecen en alguna curva perdida de una solitaria carretera.
Pero a día de hoy, que la tecnología está al alcance de cualquier mano y cualquier mente, estás leyendas llegan, habitualmente, por el medio del correo electrónico. Correos cadena, correos falsos en los que se avisa del cierre de cualquier red social, correos xenófobos en donde se remite el mensaje de alguna persona venida de fuera que se mofa de lo sencillo que es enriquecerse en nuestro país, etc, etc, etc.

Ahora si, uno de los que más me gusta es ese mensaje que te llega con la imagen de algún dulce niño/a que, por desgracia, padece alguna extraña enfermedad. Dentro del mensaje se detallan todos los datos personales del niño y, casi, su historial médico. Se nos informa, también, que si el mensaje es reenviado, cada reenvío será correspondido con una pequeña cantidad de dinero que alguna empresa desinteresada pagará para la cura o investigación de la extraña enfermedad.
Si nos fijamos con más detalle veremos que la empresa en cuestión acostumbra a ser de nacionalidad estadounidense. El hospital que llevará a cabo el estudio o la cura, también, pertenece a este país. Y resulta, extremadamente, absurdo que dicha empresa no pague directamente el tratamiento y espere que lleguen los miles de correos necesarios para sumar dicha cantidad. ¿Qué son unos cachondos con mucho sentido del humor? "Vamos a esperar a ver que sucede. Si llegan los correos el niño se salvará, sino la va a diñar que va a dar gusto."

Pero lo más escabroso es cuando nos damos cuenta que la foto del niño/a se repite en diversos correos que hemos recibido. ¡Dios mío! Además que el niño/a cambiado de nombre, de nacionalidad, de población y de enfermedad en cada mensaje nuevo. ¿Pero qué le pasa a este niño/a? ¿Qué lo pilla todo él/ella? ¡Tremendo!

Lo gracioso de estos mensajes es lo que todos ya intuimos: que este pobre infante no padece ninguna enfermedad (hay mensajes que aparecen con la imagen de algún niño discapacitado o con alguna malformación, que por desgracia, estos pobres niños sí que lo padecen).
Estos mensajes son enviados, el mensaje inicial, por alguien contratado por alguna empresa. Empresa que sí que paga una cantidad por mensaje que se consigue reenviar. Pero el dinero no va a parar a la cuenta de ayuda del niño, más bien va a parar a la cuenta del cara que crea el mensaje. De esta manera la empresa lo que consigue es una gran cantidad de correos electrónicos que podrá avasallar con mensajes basura o los también conocidos spam.

Es así como funciona este curioso fraude que no hace otra cosa que ensuciarnos el buzón de la cuenta de correo electrónico o, incluso, introducirnos algún que otro virus informático. Y como el ser humano es tan sensible y, a la vez, tan inocente, reenvía el mensaje a toda su lista de contactos. Así que niño/a = 0, Empresa= 1.

Para rematar la faena os contaré que me gusta guardar tan curiosos mensajes, en cuanto huelo que son leyendas, y hubo uno que me hizo reír hasta la saciedad. Era un mensaje como el ejemplo detallado arriba. Pero esta vez se trataba del hijo de uno de los compañeros del trabajo. Claro está que dicho compañero no era nombrado en el mensaje, pero la imagen de su hijo si salía en el correo. Que sorpresa tan tremenda cuando aquel niñito era exactamente igual que el niño de otro correo que tenía archivado. Así que Pepito, ahora, se llamaba Manolito, no tenía la enfermedad X, más bien la enfermedad Y y no era hijo de un compañero, era hijo de otro señor y vivía en otro país. ¡Pobres niños!

Lo mejor era que el correo me lo mandó otro compañero del trabajo y a este si que lo conocía bastante bien. ¡INOCENTEEEEEEE!

lunes, 9 de agosto de 2010

TWITTEANDO



¡Pues sí! Hoy le toca el turno a Twitter. La verdad es que no puedo extenderme mucho en esta red social, o lo que sea, porque llevo escasas horas introducido en el mundo Twitter. Esto me hace sentir un poco mal porque no puedo otorgarle la caña que seguramente se merece, aunque por ello me pueda estar creando mi propia tumba por los seguidores de este nuevo invento de la red. Aunque ellos son grandes personas que podrán entender mi sentido del humor, eso espero...

Twitter es, como le gusta nombrar a su creador Jack Dorsey, un servicio de microblogging en donde los usuarios registrados ven los mensajes de los otros usuarios, a los que han de seguir, como pequeños titulares (los mensajes tienen un tamaño de 140 caracteres).

La pregunta inicial en la página de inicio es un sencillo ¿Qué pasa? a lo que el usuario deja correr su imaginación con hechos reales, pensamientos internos o simples palabras que quiere transmitir, dentro del parámetro estipulado de letras. Así que el que tenga pensamientos superiores a los 140 caracteres mejor que se abstenga.

Intentando moverme dentro de las diferentes páginas de inicio de diferentes usuarios lo primero que te encuentras es un seguido de frases inconexas, en donde las palabras en color azul acompañadas de símbolos como la almohadilla (#) abundan más que los absurdos Me Gusta de Facebook (pronto aparecerá el post). El sentido de esta comunicación caótica tiene que cobrar forma para los usuarios que siguen dicho Twittero (intentamos introducirnos dentro del argot de Twitter).
Lo más curioso es que no son personas anónimas las que utilizan dicha herramienta. Personajes famosos, tanto del mundo del cine, la música, la televisión... utilizan Twitter. Estos son llamados Twitterati. Personas de gran relevancia que tienen un gran número de seguidores por lo que aparecen, casi siempre, dentro del apartado Temas del Momento. Aunque no sólo personajes famosos aparecen aquí reflejados, un Tema del Momento puede ser cualquier noticia que esté siendo muy comentada.

Principalmente Twitter da la apariencia de ser un encuentro para el debate, el cambio de impresiones, aportar información instantánea de cualquier evento que esté ocurriendo en ese preciso momento y llevar a ello a una gran charla en pequeños comentarios ofrecidos por su, más que amplia, gama de adeptos.

Seguiremos toqueteando e intentando saber que ofrece Twitter y en donde radica su adicción y cuando estemos, realmente, enganchados terminaremos de ofrecer un repaso a lo que aporta esta herramienta al ser humano, que como bien imagino, no aportará absolutamente nada. Como todo.

viernes, 6 de agosto de 2010

ME GUSTA


Sí señor. Hoy en día, según los datos encontrados en la red, Facebook tiene unos 500 millones de usuarios registrados por todo el mundo. Inquietante, ¿no?

Facebook es una de las tantas redes sociales que a día de hoy existen y fue creada por Mark Zuckerberg, un estudiante de la Universidad de Harvard. En un principio fue creada para estudiantes universitarios, pero "la pela es la pela" y a día de hoy está abierta a todo el público, que como bien especifican "tenga una cuenta de correo electrónico".
Este post no pretende hacer un monográfico sobre Facebook, todo lo contrario, pretende hablar de una de las opciones que dicha red ofrece, denominada Me Gusta. ¿Qué es esto de Me Gusta?

El Me Gusta de Facebook es una aplicación que crean los mismo usuarios en donde expresan frases, dichos populares o cosas que habitualmente suceden o son inventadas por estos mismos. Pueden ser frases expresadas por personajes ficticios de películas, series de dibujos, pensamientos, actitudes, frases chorras que uno escribe en la adolescencia en la típica agenda escolar, etc. Estas frases pasan a formar una página en donde la gente, pulsando el botón que indica Me Gusta, se apuntan y todos juntitos tienen algo en común. Para ser más gráficos sobre lo que me refiero aquí os dejo algunos ejemplos extraídos de mis propios Me Gusta y de algunos amigos:

- Si haces lo que debes, serás correcto. Si haces lo que quieres, serás feliz.
- Yo también confié y me fallaron... pero aprendí mi lección. (Este tuvo una pequeña modificación por mi parte, ya que no estaba de acuerdo con lo expresado).
- Odio que la gente te quiera una temporada y luego pase de ti.
- Es triste que te busquen cuando sólo te necesitan.

Es realmente patético que seamos capaces de expresar, abiertamente, semejantes necedades pero, más gracioso me resulta, cuando preguntas si han puesto que semejante frase transcendental les gusta porque, en realidad, les a pasado. Las respuestas acostumbran a ser que ¡NO! es que les hace gracia.
Perdón... ¡JA!

Pero no sólo aquí acaba lo absurdo del Me Gusta, es que también te dan la opción de valorar los comentarios que publican los usuarios en su muro o en el de otros. Hasta aquí todo es comprensible, pero pierde totalmente el raciocinio cuando es el mismo que ha escrito el comentario el que se autoMeGusta lo que he puesto. ¿De verdad se puede ser así?

Opciones sobre títulos de libros, canciones, películas, series de televisión, programas de radio, de tele, actores, actrices, políticos (¡ejem!), cantantes, etc, etc, etc, sí que tienen sentido y explicación para el Me Gusta. Recuerdos de la infancia, cosas que realmente te han pasado de pequeño en el colegio, frases que tu madre te gritaba cuando realizabas una trastada... está bien, también pueden pasar. Pero frasecitas chorras de niños adolescentes que escriben en sus pupitres y pretenden llegar a ser una reflexión en toda regla (me cortaré a la hora de hablar sobre las faltas de ortografía y sentido de muchas frases) y que encima te gusten porque te hacen gracia.

Me Gusta lo que pones que Te Gusta porque Me Gusta que Te Guste ser tan Gustos@.


YO CREO QUE TU ENTIENDES LO QUE CREO QUE ESTAS ENTENDIENDO



Después de semejante galimatías de título me dispongo a comentar que todo esto realmente va de no entender nada. Empecemos.

Las redes sociales están en pleno auge, nos es gratamente sencillo comunicarnos con cualquier parte del mundo, con cualquier persona, de sexo, edad o manera de vestir cualquiera y a cualquier hora con un sencillo y rápido toque de ratón. El problema deriva en el preciso momento en el que tratamos de crear una comunicación fluida con dicha persona.

Todo comienza de una manera muy correcta, con un elegante "Hola, ¿qué tal?", "¡Cuánto tiempo sin saber de ti!", "¿Cómo te va la vida?"...
Hasta aquí todo es bastante obvio y sin problema alguno. La tragedia viene en el momento en que este pequeño interrogatorio se convierte en un intento de conversación fluida.

Nunca recordamos que mediante la pantalla del ordenador no podemos, realmente, expresar con claridad la forma en que pretendemos transmitir un mensaje. Olvidamos, rápidamente, que si pretendemos gastar una broma o decir algo con cierto sarcasmo o cachondeo, la otra persona puede (seguramente) no entender el chiste. Simplemente lo rematamos con esos tan preciados simbolitos que tanto se utilizan hoy en día. Por ejemplo: :) :( ;) :D :p etc, etc, etc.
Lo que no nos paramos a pensar es que si la otra persona no nos ha entendido y encima lo adornamos con un símbolo que representa una sonrisa o una carcajada podemos estar haciendo crecer ciertas partes sexuales de nuestro receptor.

Casi siempre, cuando no se entiende lo que pretenden decirte se utiliza un "¿cómo?" para lograr una inmediata explicación de lo no entendido. Aquí es cuando ya la hemos cagado. Ahora si que empieza de verdad el follón.
Si, directamente, no te han entendido la primera vez, hazte entender ahora. Intenta ser lo suficientemente aclaratorio para que esa otra persona entienda lo que pretendías decir sin demostrar que la has cagado y lo estas intentando enmendar lo mejor posible. Ahora todo son frases inconexas, sin sentido, introducidas por el teclado del ordenador tal y como se expulsan de tu cabeza a tu boca (porque lo vamos diciendo a la par que lo escribimos). "No, si yo quería decir...", "no me entendiste, en verdad...", "jejejeje, era una broma", etc, etc, etc. Lo mejor es que intentamos visualizar la cara de nuestro receptor para intentar aliviar nuestro estado de alteración al ver que lo estamos haciendo fatal, pero que él/ella lo estará entendiendo perfectamente. Es entonces cuando recibimos el mensaje que nos convierte en receptores y un sudor frío comienza a deslizarse por nuestro cuerpo. "Es que siempre estas igual...", "siempre tienes que pensar lo que te da la gana", "¿por qué tienes que decir esas cosas?", "pues no es así" y muchas otras contestaciones.
Nuestra velocidad en teclear se hace espantosamente torpe intentando aclarar que no es así lo que pretendíamos decir, que se está equivocando, que en realidad queríamos decir tal cosa. Pero la sentencia esta resuelta y por hoy hemos quedado como unos tremendos metepatas.

Si la red nos ofrece infinidad de maneras de comunicación ¿por qué nos limitamos a utilizar algo como el chat para hablar? ¿No existen medios como las videollamadas o las tan preciadas webcam? (por cierto, las webcam se merecen un post lo antes posible). ¿Por qué nos sentenciamos al mas oscuro intento de comunicarnos con alguien que sabemos que, tarde o temprano, acabará en discusión virtual? Si nos comunicamos cara a cara, ¿no será más sencillo entendernos?
No lo entiendo, pero tranquilos, somos seres humanos y la racionalidad no es una de las cualidades que más nos sobra, así que seguiremos con nuestros simbolitos y nuestro intento de charlas al calor de un portátil sobre las piernas que nos llevarán a una, más que segura, discusión pero que acabará con un "hasta mañana". Así que mañana será otro día, otro mensaje y otra discusión. Seguro.