domingo, 10 de octubre de 2010

ERASE UNA VEZ... UNA PELÍCULA EN DOMINGO


Día nublado, lluvioso, otoño, chandal, sofá, palomitas y película. ¿Qué más se puede pedir para un domingo?

Ese es mi plan para el día de hoy. Aquí tirado en el sofá, con los pies sobre la mesita del salón con el portátil sobre las piernas mientras por televisión están dando la película "Sucedió en Manhattan".

Para poneros al corriente de dicha película explicaré que la bella latina Jennifer Lopez interpreta a una camarera de hotel que en un descuido conoce al atractivo Ralph Fiennes, que interpreta a un futuro senador. Ambos se gustan. Pero ella, de condición económica inferior y currante del hotel, se pone la ropa de una clienta del hotel por lo que él la confunde por una adinerada chica con muchas curvas. Aquí empiezan los típicos líos amorosos y cómicos con un primer desenlace fatal cuando él se entera de quien es ella realmente pero se arma de valor y, apoteósico final, persigue a su amor, a pesar de ser una simple camarera y el un curtido político, y viven felices y comen perdices.

El cine de Hollywood ha recurrido miles y miles de veces a llevar al espectador a soñar con los ojos abiertos, ofrecer unos ideales, unos propósitos, unos sueños que, seguramente, serán inalcanzables pero que durante noventa minutos nos llevan a ser quienes nunca seremos, pero que nos gustaría ser. ¿Quién no ha soñado nunca ser una camarera de hotel que consigue el amor de un futuro senador norteamericano en medio de una historia basada en el clásico cuento de La Cenicienta, pero en tiempos actuales. Los castillos cambian por grandes hoteles lujosos, las malvadas madrastras por pijas de cerebros minúsculos pero de gran mala leche, príncipes de capa y espada por políticos de traje y corbata y Cenicientas manchadas de tizón por delantales blancos y uniformes azules de camarera de hotel. Y esta vez aderezado por la música de Norah Jones, Diana Krall o Paul Simon en vez del, tan conocido, vals de La Cenicienta.

Pues como esta historia hay otras tantas miles y por cada película, imaginad la cantidad de soñadores que sueñan ser uno u otro de los protagonistas de dichos films.
Los ejecutivos de Hollywood ya saben que habrán miles de pobres desgraciados con unas vidas desgraciadas, al menos para ellos, que consumirán sus banales films con la sana intención de desaparecer momentáneamente del mundo real y sumergirse en las falsas fluctuaciones del celuloide.

Pero, ¡qué demonios! ¿Por qué no soñar, aunque sea despierto? ¿Qué mal hace eso a nadie? La cuestión es que pasados esos noventa minutos, acabado el bol de palomitas, la bolsa de pipas o cualquier otra golosina que queramos deglutir, volvamos al mundo real sabiendo quienes somos y sentirnos bien como somos. Hay que saber que esos que vemos en la pequeña o gran pantalla no son lo que aparenta, nunca lo serán, todo lo contrario, son menos que los que sueñan con ser sus personajes cinematográficos.

Así que... a disfrutar de la película.

lunes, 4 de octubre de 2010

CUANDO LA PRIVACIDAD SE HACE NECESARIA





Parece que mi fuerte está enfocado a las redes sociales, pero es que hoy en día parece que lo mueven todo. Sino estás introducido en una de ellas eres como un bicho raro, un espécimen fuera de la sociedad, un ser perteneciente a otro lugar que no tiene Facebook, Twitter, Tuenti o lo que sea.

Yo, la verdad, tuve mi primera cuenta de Facebook hará unos cuatro años, cuando toda la gente de mi alrededor no tenía ni idea de lo que era. Poco a poco fui ampliando mi número de contactos hasta ser lo que hoy es. Álbumes de fotos, enlaces a vídeos de You Tube, frases de canciones, comentarios, Me Gusta, grupos, páginas, etc, etc, etc.

Pero poco a poco me he ido cansando de todo este mundillo de conocer y ser conocido, de puntitos verdes de conexión o medias lunas de estados en reposo, comentarios sin ser presente o vueltas y vueltas de ver que opinan unos y otro. Necesito un poco de oxigeno, un poco de desintoxicación de Facebook. Me he planteado probar nuevas redes sociales, nuevos artilugios que la red me permita utilizar pero me temo que será un descanso de casi todo. No quiero decir que sea un descanso eterno, ese ya llegará y espero sea muy tarde, pero un descanso temporal, airearme de todo y ver si tengo ganas de volver a ello.

No es que tenga nada que ocultar, algo que no quiero que se sepa, siempre me he guardado bien mis espaldas de mostrar lo que considero que se puede mostrar y no mostrar (que no es igual a ocultar) lo que me interesa que no se conozca. Mi vida privada es mía y punto, solamente aquellos que considero que pertenecen a ella saben lo que ocurre, los demás son peones sobre un tablero que juegan un juego en el que yo, a su vez, hago de peón en el tablero de su juego. Digamos que somos fichas que ejercemos un papel recíproco en una infinidad de juegos que son cuentas en redes sociales.

Así es que me doy unos días de plazo hasta que cuelgue el cartel de cerrado por vacaciones, unas vacaciones que me permitan volver a empezar de nuevo. En donde el máximo contacto lo tenga vía correo electrónico o lo que siempre ha sido un café en cualquier bar o una llamada telefónica. Lo que se llama un contacto real con la gente, que me cuenten que piensan y yo lo pueda hacer también, que nos veamos cara a cara, mirándonos a los ojos y no por un minúsculo rectángulo denominado chat. Volver a los inicios de la comunicación, después todo se verá. Así que la cuenta atrás está empezando, serán pocos días, después quien quiera que me siga desde aquí o, si son de los siempre elegidos, ya sabrán como encontrarme. Hasta entonces que se de bien y sed buenos.