Son las ocho y media de la tarde de un domingo de junio y no se ya que puedo hacer para entretenerme. Así que he optado por la opción de contarlo en Encuentros...
La primera intención era la de ir esta mañana a la playa para refrescarse uno un rato, pero eso de levantarse temprano no estaba dentro de los planes, así que la opción se ha marchado tan rápido como la ola cuando llega a la orilla y vuelve a marchar.
La idea de salir a una hora desmesurada del mediodía a resultado fructífera, pero la desidratación ha llegado a extremos casi inaguantables en el transcurso del regreso a casa.
Algo que si me gustaría comentar, saltándome por un momento la temática del post, es sobre las tan inútiles redes sociales que hoy nos envuelven y, que en días tan aburridos como hoy, se utilizan en exceso.
Hoy me he preguntado en varias ocasiones ¿para qué demonios sirven estas cosas?
Es muy bonito cuando encontramos a alguien del pasado, alguien que hace mucho que no veíamos y ahora podemos estar al corriente de su vida; más que nada porque podemos cotillear en las fotos que susodicho cuelga en su página. Pero, a parte de semejante acto, estas redes no ofrecen nada más interesante. Uno parece tonto dándole una y otra vez al botón para reiniciar la página principal y, por suerte del destino, encontrar algún nuevo mensaje o nuevo comentario. Cuando la cosa se sale de padre es cuando alguien se ha hecho fan de alguna página nueva o grupo nuevo (ya tengo ganas del día que haga un comentario sobre los grupos y páginas de Facebook). Y momento de jolgorio y desmadre total es cuando te hacen algún comentario a ti. Ese día ya no se duerme de la emoción.
En pocas palabras: somos tremendamente absurdos, yo me incluyo el primero, en estar todo el santo día pendientes de las chorradas que se nos pueden ocurrir.
Total, volviendo al domingo asqueroso, este es un día que no sabemos de que manera calificarlo. Para muchas personas es el peor día de la semana. No es sólo el día que uno se levanta con la resaca del sábado por la noche, además ha de sumar que al día siguiente hay que ir a trabajar, por lo que le quedan escasas horas de felicidad dominical antes de emprender la rutina de la semana.
Para otros, y conozco a algunos, es un día genial porque ya están cansados de dos días de libre albedrío y necesitan, encarecidamente, volver a su rutina laboral en donde se sienten personas realmente útiles y necesarias. Sobretodo porque durante el fin de semana se aburren como ostras.
En mi situación no sabría como calificarlo, ya que me desagrada porque mañana hay que trabajar, pero a su vez me gusta comenzar una nueva semana, con la sana intención de averiguar que me deportarán estos nuevos días (creo que el calor de hoy me está afectando demasiado).
Total, que si utilizamos la ecuación anteriormente expresada: Domingo + calor + humedad + aburrimiento + pereza, nos llevará al segundo post de este blog: DE TAPEO.
Así que ya se que toca, me voy a refrescar con una ducha y salir de las cuatro paredes de mi casita para tomarme algo que me resultará extremadamente caro, pero increíblemente satisfactorio.